El silencio de la memoria prehistórica
Marina Patán
Cave of Fogotten Dreams (2010), documental del enigmático director Werner Herzer, es una pieza de la que uno no se libra si decide tomar un curso de historia o historia del arte. A pesar de no ser una cinta a gusto de todos, no se puede negar que da mucho que discutir y reflexionar. Como historiadores, nos abre varias líneas de cuestionamiento, una de ellas como podemos hacer historia de una época que no dejó palabras de ningún tipo. Una tarea que puede ser realmente atemorizante, pues todavía tenemos muy metida la idea de que la palabra escrita es la mejor forma de conocimiento. Sin embargo, la historia ha caído más y más en cuenta de que al limitarse a un solo tipo de fuentes, los vacíos que quedan son demasiado grandes. Y aunque parte de la labor de un historiador es leer los silencios en las fuentes, hay silencios que simplemente no pueden explicarse sin el uso de otras fuentes, y aceptando que por muchas conjeturas que hagamos.
Este filme en particular nos adentra a una época que ni siquiera es considerada historia, al menos no en el sentido más clásico de la disciplina. Su propio nombre lo excluye, posicionando siglos y siglos de la existencia humana como algo previo a la historia “oficial” por el hecho de no tener escritura. Claro que la definición, sus límites y características son tantas como hay historiadores, pero eso no quita que sea una época relativamente incierta. Algunos la describen como un periodo dónde la historia humana todavía entraba en la historia natural, otros simplemente cómo una época pre-civilizada. Pero todo esto da en sí mismo mucho que cuestionar, ¿Quién dice que la historia empieza con la escritura o con las “civilizaciones complejas”? La historia es, al final, una disciplina en eterno cambio y con límites que cada vez parecen más difusos.
Entonces, ¿Qué ha impedido que la prehistoria sea un periodo adoptado por la historia? En mi opinión, a muchos historiadores nos da miedo el silencio que existe a falta de un lenguaje escrito. Por alguna razón, llegamos a la conclusión de que sin escritura existente y discernible, esa sección de la historia se encuentra perdida para nosotros. Nos da miedo meter la cuchara a temas que no podemos respaldar con palabras escritas de primera mano e ignoramos lo que otras fuentes pueden brindarnos. Esto no es una revelación particularmente original ni extraordinaria, pues es una crítica que muchos le han hecho a la historia. Pero ha sido esta línea de cuestionamiento lo que ha llevado al nacimiento de muchas ramas nuevas y profundamente interesantes, que nos permiten hacer historia con el apoyo de otro tipo de fuentes.
Al iniciar la carrera nos enseñan que parte de nuestra disciplina es leer los silencios de las fuentes, no sólo lo que nos proporcionan en primera instancia. Al final, en la memoria existen más preguntas que respuestas, y alejarnos de temas o de períodos enteros por miedo a ser demasiado poco científicos. Pero la prehistoria tenía cultura, tenía organización y probablemente algún tipo de sistema de creencias. Lo más probable es que jamás lleguemos a entender exactamente cómo vivían o pensaban, pero eso es verdad hasta para las épocas para las que las fuentes sobran. Esto simplemente es otro obstáculo de muchos, lo importante es seguir generando conocimiento que lleve a nuevas discusiones que ayuden a la disciplina a avanzar.
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