Il Decameron y la revolución sexual


Por Fernanda Calderón

Il Decameron es una obra escrita por Giovanni Bocaccio al final de la Edad Media, cuando la peste negra aún causaba estragos en Europa. Este último hecho marcó un hito en la publicación del texto. Con esto me refiero a que la gente se mantuvo durante mucho tiempo resguardándose de la enfermedad, lo que provocó una evidente necesidad de volver al contacto humano. En este sentido, la sexualidad formo parte de ese volver a la vida humana.   De manera implícita esta obra, Il Decameron, aborda el tema de la sexualidad, ya que los diversos cuentos que se narran en el libro van de lo erótico a lo trágico. No obstante, el contexto bajo el cual se escribió esta obra, existía de por medio un fuerte apego a la moral religiosa cristiana, hizo que se juzgara la sexualidad, y esta fuera utilizada de manera errónea para escandalizar a la sociedad. Por su parte, Pier Paolo Pasolini hizo lo mismo durante la década de los 70´s. Retomó el sexo como esencia fundamental del ser humano y lo plasmó en su película del mismo nombre.



            Ambos artistas, tanto Bocaccio en la literatura como Pasolini en el cine, dieron pie a una revolución sexual en sus respectivas épocas. Los personajes fílmicos y literarios de Il Decameron muestran apatía hacia las reglas de sus tiempos y muestran un encendido deseo erótico sin miedo a experimentarlo. Cuando hablamos de las reglas no solo nos referimos a la imperante moral religiosa, sino también a la sociedad que no aceptaba el rol de la sensualidad y del deseo como parte fundamental del ser humano. Por lo tanto, la obra honra el instinto sexual humano y lo hace, como se diría coloquialmente, sin pelos en la lengua. Es decir, los artistas exponen la concepción que tienen sobre la sexualidad humana y lo mejor es que lo hacen sin pudor. No existen máscaras ni censura de por medio, porque el fin de esta concepción es darnos a entender que esto es lo que somos, seres sexuales y que no debemos sentirnos culpables por ello.



            Nuestra fe no debe ni puede sobajar nuestros instintos primitivos. También se entiende que, la sexualidad no tendría porque estar sujeta a ser catalogada como algo bueno o malo, sino que simple y sencillamente forma parte de nuestras necesidades y que, sin embargo, ésta se vio tergiversada por las ideas de la iglesia católica. Antes que católicos somos seres humanos, y, por lo tanto, nuestra complejidad es muy amplia, nuestra diversidad muy extensa y la vida muy corta como para no disfrutar de los placeres de la vida.

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