¿Cuánta autenticidad nos debe la ficción histórica?

Marina Patán
Como historiadores, es imposible ir a ver una película que toma elementos de nuestra disciplina y no salir horrorizados ante las incoherencias que acabamos de presenciar. Al fin y al cabo, el rigor histórico es algo que se nos taladra en la cabeza en primer semestre, o tal vez viene programado en nuestro ADN y por eso terminamos estudiando historia. Pero el punto es que uno siempre siente la obligación de encontrar datos y teorías que sean lo suficientemente apegados a lo que es la realidad para que tengan validez. Nos partimos la espalda y destruímos los ojos leyendo artículo tras artículo y libro tras libro para poder confirmar que sí, efectivamente fulanito de tal nació el 24 de octubre de 1789 en París, y eso es muy importante. Y luego llegan películas que se dicen ser históricas a ignorar toda esa rigurosa investigación por algo tan aparente banal como la inspiración estética del periodo pero nada más.

Es, sin duda, un sentimiento extremadamente frustrante. Sin embargo, al ver la película de Marie Antoinette (2006) de Sofia Coppola y discuténdola con algunos compañeros, me surgió la pregunta de ¿Cuánta autenticidad nos deben las ficciones históricas? ¿Nos deben realmente alguna? Estas son preguntas que pueden ser increíblemente fáciles o increíblemente complicadas de responder, dependiendo de quién responda. Pero yo creo que no realmente, pues la historia, al final, es de toda la humanidad y cualquiera puede usarla a su antojo. Esto no quita que la gente que se pasa horas quedándose ciega en los archivos tenga que dejar de defenderla y no tenga derecho a quejarnos de lo que se hace con ella. Pero me parece interesante analizar lo que estas películas pueden aportar, por muy poco históricas que puedan parecer. 

Para empezar, creo que es importante notar que estas historias son ficción.Como dice su nombre. Todas toman elementos de la realidad, pero ninguna se pinta como un documental. Al ser obras de ficción, tienen ciertas libertades que la gente que se dedica a estudiar historia pura y dura o a hacer documentales no puede hacer tan fácilmente. En una obra de ficción no es tan complicado, por ejemplo, hablar y explorar los sentimientos de un personaje o época o situación en particular. Puedes solo querer proyectar un sentimiento tuyo o universal y decidir que el medievo lo encapsula perfectamente. Elemento que no es inexistente en trabajos académicos, pero sí más difícil de justificar y fundamentar. Cada una de las películas usan esta libertad creativa que nos rinde la ficción de maneras diferentes y para fines diferentes. 

Por ejemplo, la película de Marie Antoinette es, sin duda, la menos apegada a lo que es aceptado como “realidad histórica”. Los colores rosa pastel o chillón, la forma en la que hablan en inglés estando en Francia, la forma en la que se menciona poco la Revolución Francesa, por poner algunos ejemplos. Sin embargo, al verla me dio la impresión de que, efectivamente, es probable que no le interesara ser más que una chick flick ambientada en el rococó porque la estética esta muy chida. Pero podemos inferir también que, al elegir este personaje en particular y esta época en particular, Sofia Coppola nos transmite un sentimiento muy específico. Maria Antonieta es un personaje relacionado con la frivolidad y la indiferencia. El rococó y Versalles son una corriente conectada con el exceso. 

Siendo una película un poco en la línea de Mean Girls (2004), Legally Blonde (2001) o Clueless (1995), que toman un personaje extremadamente femenino, popular, rico y a veces cruel o desconectado de la realidad, Maria Antonieta parece ser la personificación de una de ellas, solo con un giro a lá Antiguo Régimen. Muchas de esas películas humanizan a esta chica plástica o frívola, ya sea dándole ciertos rasgos que le ayuden al espectador a ver un lado bueno debajo de todo lo demás o dándonos una razón para empatizar con ella. Y siempre poniendo a actrices muy amadas en su época. Con Maria Antonieta nos muestran su lado maternal, su lado infantil y alegre, y, claro, nos muestran lo monótona y tóxica que era la vida en Versalles y lo infeliz que fue en un principio.  

Y aquí nos revelan otro pedazo de historia en la trama: la vida cotidiana de una mujer noble, una reina, en Versalles. Claro que se toman ciertas libertades, pero en el sentido de reflejar lo poco que cambiaba la rutina a excepción de las fiestas, las exhaustivas reglas y protocolos, el exceso casi grotesco que se necesitaba para demostrar el poder a través de lo material. Todo está ahí. ¿Es totalmente histórica y rigurosamente investigada? Seguramente no, e igual de seguro es que cae en mucha romantización y al final el mensaje puede perderse entre tanta extravagancia. Pero eso no significa que esté totalmente hueca. 

En un punto que tal vez sea más medio, podemos hablar de The Witch (2015), dirigida por Robert Eggers. En esta intentaré ser más breve, pero lo interesante de esta película es que hace referencia a un trabajo de archivo al final. La película es más histórica que Marie Antoinette en muchos sentidos. Hablan, se visten y actúan como uno esperaría que lo hiciera una familia de misioneros en el siglo XVII. Sin embargo, hay un lado de la historia que es totalmente ficticia.

Los personajes son personas inventadas, por un lado. Los eventos supernaturales que experimentan son parte del folklore de la época, crean un ambiente de terror e incertidumbre, dándole presencia material a símbolos y entidades consideradas malignas como el diablo en la cabra. Sin embargo, esto es considerado histórico ya que pudo haber sido una realidad para muchas personas. Tal vez no llevada al extremo de esta película, pero sí nos da un vistazo a la costumbre humana de explicar lo que no se puede entender a través de lo sobrenatural o lo divino. Utiliza también un recurso muy particular, que son los documentos judiciales y los cuentos o leyendas de los pueblos, algunos de los pocos testimonios escritos que existen para darnos un vistazo a una parte de la vida del ser humano promedio de la época. The Witch es una obra de ficción, hecha para provocar miedo, pero utiliza el contexto histórico y lo que parece ser una investigación bien hecha para exacerbar el sentimiento de malestar e incertidumbre que busca una película de terror. Al usar estos documentos y al acercarse tanto a lo que parece ser la realidad de ese momento, la historia sobrenatural se siente un poco más real. 

Y finalmente tenemos el filme que traumatiza a todos los que han tenido la fortuna o el infortunio de verlo: Ven y mira (1985), dirigida por Elem Klimov. Esta es una película que lleva su realismo al extremo. Al punto de que al parecer mataron a una vaca en pantalla. Con balas de verdad. La vaca no salió viva del set. Películas de guerras hay muchas, sobre todo de las que se sitúan durante la Segunda Guerra Mundial. Por años, Hollywood nos llenó de películas que la glorificaban, los soldados eran héroes que luchaban por algo mayor: su país. Y claro, sufren en el camino, tal vez pierden un amigo que nos contó su historia triste antes de morir salvando a una familia de una granada o algo por el estilo. Pero mira que bien se ve nuestro protagonista con un rifle en la mano y en su camiseta sin mangas. Además salva a todos y hay un final feliz. Si ignoramos a los millones de personas que murieron de maneras horribles durante el proceso y los traumas que cargan las personas que vivieron para contarlo, claro. No te preocupes, les dimos una medalla por sus servicios y problemas.

Ven y mira es una película que se aleja totalmente de esta visión. Comienza con nuestro protagonista queriendo ir a la guerra, lo alimentaron de las mismas historias de victoria que a ti, solo que en otro país.  Utilizando el testimonio oral, la memoria de la gente y del propio director, la película crea un ambiente cruel y crudo al contar las historias de estas personas que vivieron las consecuencias más inmediatas de una guerra. Y además utiliza a los descendientes de estas personas y los mismos escenarios para darles voz. Al final la guerra no es solo un escenario para un héroe de acción, es un evento que afecta la vida de miles de millones de personas y no da tregua. La película te deja exhausto y sintiéndote vacío por dentro. Esta es una película que te invita a ver la historia de un niño que no es nadie en particular, pero descubre lo que es ser parte activa del evento a la mala. Aquí la historia no es un recurso creativo, por así decirlo, si no que es el objetivo de la película en sí. Contar estas historias de las que no se tiene más registro que la propia memoria de quienes la vivieron. 

Entonces, ¿Cuánta autenticidad nos debe la ficción histórica? ¿Qué es válido en la reconstrucción del pasado? Yo creo que al final del día depende de lo que se quiera lograr con la obra. Marie Antoinette no es una película que intente ser histórica, el uso de la música moderna y de los colores chillones lo dejan bastante claro. Es una película que usa la historia como recurso narrativo y como reminiscencia de una estética muy específica. The Witch es más histórica en muchos sentidos, cae en un punto medio pues reconstruye el pasado muy fielmente,  pero de muchas maneras usa la historia como apoyo. Como una forma de dar realismo al miedo  que quiere provocar por su género. Ven y mira no intenta ser un documental, pero tampoco es una ficción absoluta. Toma la historia y la transmite tomándose la libertad de tener un personaje que no existió como tal, pero que puede ser cualquiera y que carga con la historia de miles como él. No creo que haya una manera correcta de usar la historia en la ficción, pero hay que tener cuidado en cómo y cuándo se usa. Me parece que la distinción es que una película puede ser histórica sin ser totalmente auténtica, pero eso no la hace historia.

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